Consejo de tatamandones
En Huazolo, los tatamandones son los encargados del movilizar el ciclo ceremonial anual, es decir, las mayordomías o fiestas de los santos y vírgenes. El cargo de tatamandón es voluntario, no es remunerado, pero sí significa gran prestigio entre la gente ñuu savi. Se logra tras uno o dos años de ejercer como topil o alguacil; después como mayordomo de algunas fiestas menores, entre ellas, la de la Virgen de Guadalupe, la Virgen del Rosario, la Santa Cruz, San Judas, Santo Entierro y San Miguel; asimismo, apoyando a los tatamandones en el mantenimiento de la iglesia y el toque de las campanas; por último, organizando las meras fiestas, las mayores: la de San Nicolás y la de la Virgen de la Asunción. Una vez cumplido con todos los cargos y siendo el de mayor edad, se convierte en tata cabecilla, el encargado de pronunciar las palabras rituales en tu’un savi durante los eventos ceremoniales.

Los tatamandones piden las lluvias en mayo y las entregan en octubre, mediante peregrinaciones y ofrendas a los cerros donde habitan los tay, también conocidos como dueños o señores de la lluvia, los guardianes del pueblo. El cerro más poderoso es Yyuku Chakuaa, palabra tu’un savi que traduce Cerro donde entra la noche, o Cerro Grande como lo llama la gente negra y mestiza. En él vive “el patrón”, dueño de la lluvia. La peregrinación a Yucu chacua-a se realiza el segundo o tercer miércoles de mayo, con ella inicia el ciclo de peticiones de lluvía en distintos cerros del municipio, cada miércoles durante un mes. En octubre también hay peregrinaciones, pero para entregar la lluvia, ya que no les pertenece
En el caso de las fiestas, los tatamandones se encargan de elegir a los mayordomos en diciembre de cada año. Aunque la mayordomía se asigna a un hombre, en la práctica es un encargo familiar: involucra a la esposa, la madre o a una pariente femenina llamada mayordoma; asimismo, a hijos, hermanos, primos, etc... Tradicionalmente, los mayordomos son hombres ñuu savi, aunque en los últimos años personas mestizas han querido participar porque hicieron alguna promesa a la virgen o un santo.
Las fiestas mayores se diferencian de las menores en que los mayordomos deben hacer más honores y esfuerzos para festejar al santo o la virgen: pagan la misa; decoran con flores sus imágenes y la iglesia; disponen su casa o la de algún familiar para recibir a la imagen y al pueblo; y ofrecen desayuno, almuerzo, comida, mucha cerveza y un presente —bolsa para llevar el pan, sombrilla, etc.— a todas las personas que llegan al convite. Estas a cambio dan un aporte económico, según sus posibilidades, al mayordomo si es hombre, a la mayordoma si es mujer o al que quiera, si es de otro género.
Los mayordomos también compran toritos repletos de cohetes, contratan a bandas de cumbias y chilenas, y si la fiesta es la de la Virgen de la Asunción, invitan a la danza de los Chareos conformada por devotos a la virgen. En el caso de las fiestas menores, los mayordomos solo deben decorar la imagen y pagar la misa, aunque si pueden ofrecer cualquiera de los honores que suelen hacerse en las fiestas mayores, la gente y el santo los acepta con gran agrado.